A pesar de los bajos precios de venta y el alto costo de la materia prima, Luis Díaz, tejedor de tapices de la comunidad Pinsaquí perteneciente a ILUMÁN, se resiste a dejar de trabajar en lo que él considera la herencia de sus abuelos.
ARTESANO. A sus 35 años, Luis recuerda claramente sus primeros pasos en este arte. ‘Mi padre me enseñó a tejer tapices, él aprendió de mi abuelo. Desde antes de los doce años he tejido mi vida’, nos comenta, mientras manipula los ovillos multicolor con los que da forma a paisajes, personas y animales en sus tapices de 40 x 40.
RECUERDOS. Luis recuerda con nostalgia sus años de niñez. Él junto a sus tres hermanos, vivían en la comunidad de Pinsaquí centro, frente a la escuela, a unos trescientos metros de la panamericana norte. ‘En ese tiempo habían muchas personas que realizaban tapices, la mayor parte de esta zona se dedicaban de lleno a esta labor, pero el encarecimiento de la materia prima y el ingreso de artesanía más económica de otros países, provocó que uno a uno vayan dejando de producir esta artesanía’, manifestó.
POCOS TEJEDORES. Actualmente, asegura que menos de cinco familias se dedican a esta labor. Un tapiz de 40 x 40, de material sintético, lo vende a los comerciantes de la Plaza de Ponchos en 4 dólares. Luis asegura que no es un buen precio pues para tejer uno de esta dimensión se demora aproximadamente tres horas. ‘Los comerciantes son los que ganan más’, dice el artesano. Aún con este inconveniente, no ha dejado de tejer sus sueños entre hilos. Sus cuatro hijos, se encuentran estudiando pero asegura que también les enseñará este arte y asá la tradición seguirá viva. www.elnorte.ec
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