domingo, 3 de noviembre de 2013

Sigue la tradición ancestral de indígenas otavaleños

OTAVALO. José Manuel Lita, preparó unas papas con color y fréjol seco. Con estos alimentos y unas frutas, llegó al cementerio de los indígenas en Otavalo, a la tumba de su esposa María Gualapuro quien murió hace 5 años.
TRADICIÓN. El ritual del wandiay lo cumplieron ayer cientos de familias indígenas otavaleñas.
Jesus Cachimuel, administrador del Cementerio Indígena, explica que el wandiay, es entregar una ofrenda a nuestros seres queridos. En este día las ofrendas para nuestros difuntos son los alimentos que también se compartirán con los vecinos.
Ayer 2 de noviembre, desde muy temprano familias indígenas completas vestidas con sus mejores trajes típicos copaban el cementerio.
Los hombres y mujeres con quipes de comida, llevando flores, coronas de papel, cruces, espermas y comida llegaban a las tumbas de sus seres queridos que murieron.
El ricurishca, son ollas de comida con papas, granos, carnes, huevos cocidos y frutas.
En la cosmovisión indígena, los muertos no mueren, sino que pasan a otra vida donde el diálogo es posible., sostiene Cachimuel.
Este día donde se realiza la comunicación con los difuntos es un espacio donde se les cuenta las penas y logros.
Se tiene la creencia que el champús y el pan amasado en casa es la comida para las almas. Por ello el champús, es el alimento ritual funerario de los pueblos del norte. Se prepara una colada con harina de maíz, panela, hojas verdes de limón y mote. Esta bebida es consumida exclusivamente en noviembre o en los funerales de adultos y es considerada como la colada predilecta de los muertos.
Los indígenas se preparan con anticipación para el 2 de noviembre ir a la comunión con los difuntos. Las familias se reúnen para preparar los alimentos y el pan.
REZADOR. Uno de los personajes que sobresale en medio de las cruces en el cementerio, es el rezador, quien viste una camisa y pantalón de color blanco, con un pañuelo en la cabeza. En sus manos lleva un balde con agua bendita, un rosario y una pequeña campana.
Este instrumento invita a la oración para nuestros seres queridos que están despiertos esperando compartir las oraciones y las ofrendas.
“Las plegarias para las almitas son: el Padre Nuestro el Avemaría, por las almas benditas del purgatorio, por el amor a Dios”, menciona José Camuendo, quien lleva rezando por las almas 8 años. Dice que un rezador debe cumplir este acto por 12 años consecutivos.
Los rezadores por elevar sus oraciones como pago reciben los alimentos.
José Manuel Lita, mientras esperaba a su hijo, contó que con su esposa procreó siete hijos, de los cuales seis viven en Europa.
Mientras el cementerio se llenaba de familias José Manuel Lita un tanto inquieto esperaba a su hijo para compartir los alimentos que en la madrugada cocinó. para cumplir el wandiay. www.elnorte.ec

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