Son décadas que María Avelina Alvear, trabaja la tierra junto a su marido, José Pijal, con quien procreó cinco hijos. Gracias a esta actividad sus descendientes son destacados profesionales, menciona orgullosa esta mujer de 60 años, mientras separa la mala hierba que impide el normal crecimiento de las frutillas.
HISTORIA. El papel de la madre en la historia ha sido la de brindar las condiciones básicas a nivel del cuidado, el afecto y de la relación amorosa con la crianza y educación de sus hijos.
La madre campesina, con un trabajo doméstico bastante duro y en labores de apoyo en los cultivos, también está atenta al porvenir de sus hijos y lucha por un mejor porvenir.
Este es el caso de María Avelina Alvear, mujer descendiente de la etnia de los cayambis, quien a modo de queja comenta que el trabajo en el campo es duro y sacrificado. Cerca de 40 años sembró papas, que a veces perdía debido a la sobre producción o al tiempo, dice mientras recalca que gracias a la tierra educó y formó a sus hijos, quienes ocupan cargos destacados en el sector público.
Con el fin de buscar el sustento para sus hijos durante un año junto a su marido emigró a Colombia a trabajar en la agricultura. El peso era más caro que el sucre, recuerda, mientras repite que era rentable. Después de ese tiempo reunió algo de dinero y volvió nuevamente a trabajar sus terrenos que están ubicados en la comunidad de Eugenio Espejo de Cajas, de la parroquia de González Suárez, del cantón Otavalo a continuar cultivando las papas, a veces perdiendo otras ganando.
Cuenta que se crió en la hacienda Zuleta, propiedad de Galo Plaza, quien le decía que hay que mirar hacia adelante; su padre José Alvear, era administrador.
Aquellas palabras dice que las lleva presente y le han servido para inculcar el estudio y la superación en sus hijos, Rómulo, ha ocupado importantes cargos públicos; Edison, es tecnólogo mecánico; Marianita, es abogada, ella trabaja en la Cancillería del Ecuador; José, también es abogado, él es asesor de la presidenta de la Asamblea Nacional, Gabriela Rivadeneira y María de los Ángeles, cursa el último nivel de la carrera de ingeniería en petróleos.
Con el fin de buscar el sustento para sus hijos durante un año junto a su marido emigró a Colombia a trabajar en la agricultura. El peso era más caro que el sucre, recuerda, mientras repite que era rentable. Después de ese tiempo reunió algo de dinero y volvió nuevamente a trabajar sus terrenos que están ubicados en la comunidad de Eugenio Espejo de Cajas, de la parroquia de González Suárez, del cantón Otavalo a continuar cultivando las papas, a veces perdiendo otras ganando.
Cuenta que se crió en la hacienda Zuleta, propiedad de Galo Plaza, quien le decía que hay que mirar hacia adelante; su padre José Alvear, era administrador.
Aquellas palabras dice que las lleva presente y le han servido para inculcar el estudio y la superación en sus hijos, Rómulo, ha ocupado importantes cargos públicos; Edison, es tecnólogo mecánico; Marianita, es abogada, ella trabaja en la Cancillería del Ecuador; José, también es abogado, él es asesor de la presidenta de la Asamblea Nacional, Gabriela Rivadeneira y María de los Ángeles, cursa el último nivel de la carrera de ingeniería en petróleos.
NUEVA PRODUCCIÓN. Comenta que desde hace tres años, un tanto decepcionada por la poca rentabilidad que deja la agricultura, decidió cambiar la producción de papas por las frutillas. Cuenta que le ha dado buenos resultados. Al momento tiene sembrado dos hectáreas de terreno con esta fruta que tiene una alta demanda en el mercado local y nacional. Cuenta que al principio tuvo que buscar mercado, pero últimamente los compradores de varias provincias del país llegan a su plantación ubicada en Eugenio Espejo de Cajas, para adquirir la fruta que es cultivada de forma orgánica, sin químicos, con la finalidad de evitar intoxicaciones. www.elnorte.ec